El confinamiento de toda la sociedad por el Covid19 nos ha expuesto a una situación de gran tensión o estrés que debemos gestionar para no dañar nuestro organismo o nuestro equilibrio psicológico.

Investigaciones de campo identifican el orden de las distintas situaciones estresantes: Procesar información velozmente, ambiente dañino, percepción de amenaza, función fisiológica alterada (por enfermedad, deprivación…), aislamiento, bloquear u obstaculizar, la presión grupal y la frustración. La pandemia nos expone a un ambiente dañino y la percepción de amenaza permanente, con el consecuente estrés.

El ambiente de la actualidad

Actualmente vivimos en un ambiente dañino y las consecuencias del estrés en nuestro organismo puede tener consecuencias irreversibles, porque puede deteriorar nuestro sistema inmunológico, tan necesario para combatir los virus. Nuestro cuerpo está preparado para atender a las demandas específicas. Por ejemplo, cuando hace frío la circulación sanguínea se activa y produce un calentamiento de mi piel. Sin embargo, cuando tengo ansiedad motivadas por el estrés, las respuestas que da mi cuerpo al estresor son inespecíficas, no se dirigen a solucionar o eliminar la fuente de estrés.

Mi organismo no se reequilibra ni se ajusta cuando sufro de estrés, lo que significa que “ponerte nervioso no te soluciona el problema”.

El estrés produce una respuesta estereotipada que activa el eje hipotálamo-hipófisis- suprarrenal, aumentando la producción de corticoides que, en grandes cantidades, pueden suprimir nuestro sistema inmunológico. Esta respuesta fisiológica activa el sistema neuroendocrino, liberando catecolaminas y cortisol. Por todo ello, el estrés puede alterar mi funcionamiento psicológico y somático del organismo.

Nuestras respuestas psicológicas al estrés son de tipo emocional, fundamentalmente la respuesta de ansiedad y/o depresión. Mis características personales van a influir en la forma de abordar un problema. Mi personalidad, género, raza… pueden mediar en el grado de amenaza que siento y también en los recursos que despliego para dar solución a mi problema. Ante un mismo problema, podemos distinguir dos grandes grupos de personas, las personas activas que hacen algo para solucionarlo o contenerlo en el caso de que puedan actuar sobre el problema, o en el caso del confinamiento por el covid19 se quedan en casa y siguen las prescripciones sanitarias cuando salen a la calle; y las personas pasivas que ante el mismo problema tiene un papel de observadores victimizando su situación, quienes en el mismo caso, se quejan por tener que quedarse en casa y se resisten a seguir las prescripciones sanitarias. Las personas proactivas buscan el consuelo o apoyo entre amigos, familia, entorno sanitario o espiritual, piden ayuda para actuar ante el problema; mientras que las personas pasivas se ven resentidas sin hacer nada ante un suceso estresante y su afrontamiento negativo es auto aislarse, no hacer ejercicio físico, fumar o consumir sustancias que alteran su estado de ánimo, pero que no le ayuda a solucionar la fuente de estrés.

Las situaciones traumáticas del covid19 nos expone a vivencias de muerte de seres queridos sin poder acompañarles en sus últimos momentos, el temor por la pérdida del empleo, la quiebra de las finanzas con un horizonte incierto, todo esto exige poner en marcha recursos de afrontamiento para reducir o suprimir el estrés. La mejor medida del afrontamiento es la variación en las respuestas fisiológicas asociadas al estrés.

La importancia de afrontarlo

El afrontamiento son los esfuerzos tanto cognitivos, lo que pienso, como conductuales, lo que hago, para manejar la exigencia del agente estresor. La importancia de valorar la amenaza potencial que me genera ansiedad, exige que ponga en funcionamiento mi capacidad de percibir, analizar y evaluar. Esto me da sensación de control y reduce las respuestas de estrés, porque recojo información para analizar el problema y puedo dar una respuesta anticipatoria. Recoger información para controlar el problema hace que tenga más capacidad de predecir el estresor o la amenaza y anticiparme a un suceso negativo o doloroso. La respuesta anticipatoria prepara cognitivamente a la persona para un suceso negativo, porque le exige interpretar y evaluar la situación, protegiéndose frente a la llegada del agente estresor. Dependiendo cómo evaluemos el problema puede variar los efectos de la situación estresante. Si percibimos el suceso como negativo, incontrolable, impredecible, e indeseable, afectará muy directamente a mi salud por el desgaste en el tiempo; mientras que, si tras la evaluación acepto el reto de controlar el evento negativo lo puedo predecir, y lo relaciono con determinados logros personales, esto me permite actuar sobre el problema y tener sensación de control.

La motivación

La motivación es la energía que dirige nuestra conducta y es un salvoconducto para no desencadenar la respuesta estereotipada del estrés con el consecuente aumento de corticoides que deterioran en sistema inmunológico.

La motivación permite anticipar la emoción de logro antes de solucionar el problema, te hace adelantar el bienestar con el objetivo alcanzarlo; te activa y hace que empieces a hacer cosas para conseguir la meta; y por último te permite disfrutar del resultado una vez conseguido el objetivo. La motivación favorece mantener equilibrado nuestro sistema inmunológico porque activa mi sistema nervioso parasimpático. El sistema nervioso autónomo es el responsable de las funciones vegetativas de mi organismo (activación cardiaca, respiración, sueño…) y se compone del sistema nervioso simpático que regula las respuestas corporales de activación, y el sistema nervioso parasimpático que es el responsable de la recuperación del organismo. Al activar nuestra motivación permitimos un equilibrio entre ambos tipos de respuesta y evitamos el desgaste del organismo.

Recuerda:

  • Identifica que quieres conseguir con tu esfuerzo
  • Repasa cómo lo vas a conseguir
  • Busca ayuda
  • Combate el estrés mediante el deporte, la meditación, tiempo de amigos, familia
  • Recuerda cada día qué es lo que vas a conseguir

Referencias:

Woody, E. Z., & Szechtman, H. (2011). Adaptation to potential threat: The evolution, neurobiology, and psychopathology of the security motivation system. Neuroscience and Biobehavioral Reviews, 35(4), 1019–1033. doi: 10.1016/j.neubiorev.2010.08.003

Autor

Psicóloga Sanitaria y Educativa
Especialista en psicoterapia (EFPA)
Nº Col. M-17272

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