“Yo iba a por un gato y acabe llevándome un perro” Fue uno de los comentarios que una paciente me hizo en consulta. El modo en que su expresión acompañaba a sus palabras fue determinante para entrever que aquel discurso era un hilo del que tirar y explorar que había más allá.

El haber adoptado un perro en lugar de un gato en la protectora de animales, le generaba malestar por partida doble: En primer lugar, no era la mascota que ella deseaba y en segundo: No había sabido decir que NO, cuando la encargada trató de convencerla.

– “Pero es que la encargada era muy persuasiva, tenía mucho carácter”.
– “Bueno…quizá tenían más necesidad de dar en adopción a los perros. “No importa, al final me he encariñado con el perro”.
Estos y otros argumentos utilizo mi paciente, para quitarle peso al asunto y rebajar su malestar. Una especie de mecanismo para mitigar el dolor que le producía el haberse dejado influenciar y el que no hubiera prevalecido su decisión de llevarse un gato. “Soy fácil de convencer, me cuesta mucho decir que no”. “Pero me ahorro muchos conflictos”.
Sin embargo, ella no se daba cuenta de que el evitar sentir malestar, no le permitía hacerse consciente de que esta conducta le generaba conflicto especialmente consigo misma.
Tampoco reconocer su parte de responsabilidad y hacerse cargo. Así era imposible que viese su necesidad de cambio y su problema persistiría.
No era la primera vez que le pasaba algo así. Al sincerarse a lo largo de la sesión, encontramos muchas situaciones como esta a lo largo de toda su vida, así como un gran agotamiento mental. Llegó a reconocer problemas más graves que llevarse a casa un perro en lugar de un gato. Mi paciente se comportaba de manera pasiva, con poca asertividad, sobre todo en función del carácter de las otras personas. Se hacia pequeña frente a los caracteres más fuertes. Las necesidades de los otros eran prioritarias a las suyas. Tenía miedo al rechazo, a no sentirse querida, a hacer daño al otro. No se escuchaba, sus decisiones no eran suyas. No toleraba las críticas, por ello intentaba complacer a todo el mundo. Y el resultado de todo ello era una gran insatisfacción en su vida.

Posiblemente en su infancia no había tenido la oportunidad de aprender acerca de otros aspectos.
¿QUÉ SON LAS HABILIDADES SOCIALES?
Las habilidades sociales son un conjunto de estrategias de comportamiento y la capacidad para aplicar dichos comportamientos, los cuales nos ayudan a resolver una situación social de manera efectiva, tanto para el propio sujeto como para el su entorno social.
-LA ASERTIVIDAD,
-LA ESCUCHA ACTIVA
– LA TOMA DE DECISIONES
– EL MANEJO DE LA CRITICA
-LA RESOLUCIÓN DE CONFLICTOS
-LA EMPATÍA
Son algunas de las habilidades sociales humanas que, junto con la inteligencia emocional, crean una sinergia muy potente para mejorar nuestra vida personal en cuanto a las relaciones sociales, laborales, familiares y de pareja.
¿SE APRENDEN LAS HABILIDADES SOCIALES?
SI. A veces puede parecernos que aprender sobre habilidades sociales o inteligencia emocional es cosa más bien de niños y niñas. Cada vez son más los colegios y centros relacionados con la educación o la salud mental quienes incorporan y ofrecen programas de dicha índole.
En mi trabajo con niños, lo desarrollo tanto de manera individual como grupal. No solo como trabajo terapéutico, sino como labor educativa. Tampoco faltan los adultos que acuden a mi consulta necesitando de estas. En cuanto a los peques, la mirada está puesta en evitar que los niños de hoy no experimenten en el mañana, las carencias que algunos adultos presentan hoy. Y en cuanto a los adultos, dotarles de una serie de recursos para poder cambiar aquello que les causa tanto malestar.
¿ENTONCES, PUEDEN APRENDERLAS LOS ADULTOS?
Por supuesto que sí. Es cierto que cuando somos pequeños, nuestro cerebro posee una plasticidad más elevada que en etapas posteriores de nuestro desarrollo, lo cual permite aprender con una mayor rapidez, pero la capacidad para aprender es posible durante toda nuestra vida. Como dice el psicólogo García Huete; “Quien no aprendió habilidades sociales de pequeño, puede hacerlo de adulto”

¿CÓMO SABER CUANDO NECESITAS HABILIDADES SOCIALES?
Cuando te encuentras en demasiada soledad sin desearla o no terminas de encajar en tu ambiente. Si tienes dificultad para iniciar relaciones nuevas o mantenerlas. Cuando no sabes cómo iniciar conversaciones. Si eres tímido. Demasiados conflictos con otras personas o contigo mismo por cómo te desenvuelves en tu ambiente. Sino sabes decir “no”. Tomas decisiones adecuadas. Dificultad para expresar como te sientes o comprender los sentimientos de los demás. Si eres pasivo o agresivo. Cuando evitas a toda costa hablar en público.
En definitiva, cuando sientes que no satisfaces tus necesidades, al interactuar con otras personas.

Referencias bibliográficas:
Caballo, V.E. (1993). Manual de evaluación y entrenamiento de las habilidades sociales. Madrid.
Ballester, Rafael (2020). Habilidades sociales.
Loreto Regla Hernández
Colegiada A-2383
Psicóloga General Sanitaria y Educativa
Psicoterapia Gestalt Integrativa.