Continuamos en tiempo de pandemia con la solución puesta en las vacunas, pero con serias dificultades en su distribución. Las medidas de protección de la población se basan en las restricciones en nuestra movilidad en el ámbito social y laboral. Después de un año sin libertad física, la única forma de protección contra el virus sigue siendo nuestras conductas de prevención y, desgraciadamente, apenas podemos contener el avance del virus. Con esta realidad nos resulta difícil mantener la motivación para cumplir con los comportamientos protectores y con las medidas de seguridad recomendadas/exigidas.

Vivimos en un permanente “día de la marmota” porque todos los días son iguales y apenas encontramos momentos de logro personal o esparcimiento. La monotoneidad del día a día propicia emociones de apatía, tristeza, nerviosismo y hartazgo. Paralelamente a esta monotoneidad, vivimos situaciones muy duras, directamente o de forma vicaria por nuestros familiares, amigos o por el bombardeo de información en los medios de comunicación, y la ansiedad o depresión son reacciones normales y previsible tras todos estos meses de restricciones. En esta difícil situación tenemos que poner en valor nuestra capacidad de recuperación. Para ello, tenemos que ser conscientes de nuestras habilidades de afrontamiento para mantener nuestro equilibrio y motivación.
A nivel general, la motivación del grupo pasa por estructurar nuestro día a día dirigiendo nuestra vida, pero reduciendo el riesgo de contagio. No debemos olvidar nuestros objetivos de vida a largo plazo, a pesar de que en estos momentos vivimos el día a día. Es conveniente proyectar nuestra vida desde la confianza de recuperar nuestra libertad física y cultivando nuestra libertad mental. No debemos olvidar que cada uno de nosotros somos parte de la solución, por ello es positivo que nos involucremos con grupos o comunidades afectadas (en el ámbito que proceda) para participar en la toma de decisiones de nuestras vidas.
Es bueno reconocer las dificultades con las que nos encontramos por el impacto de la pandemia en nuestra vida y abordarlas de forma proporcionada. Si estamos muy expuestos a las noticias relacionadas con la pandemia pueden desatar emociones negativas y consumir excesiva energía. Hay que elegir fuentes fiables y limitar el tiempo dedicado a las noticias.
Nuestra capacidad de respuesta nos ayuda a mantener el equilibrio. Debemos evitar “engancharnos” en pensamientos negativos. Por ejemplo, sustituir los pensamientos de temor al contagio de COVID-19, con el recuento de lo que estamos haciendo para no contagiarnos.

El estrés es la activación fisiológica que nos prepara para reaccionar a una situación de cambio. Es normal que vivenciemos estrés en estos momentos. Este estrés se traduce en la emoción de la ansiedad, pero la ansiedad mantenida en el tiempo puede desencadenar en una profunda tristeza que nos hace sentir indefensos ante el problema. Por mucho que nos empeñemos en ignorar los sentimientos, nuestro cuerpo mantiene la tensión y éstos no desaparecen.

¿Necesitas ayuda profesional?
Debemos entrenarnos en reconocer las emociones, ponerles nombre, ver si son proporcionadas a la fuente emisora y actuar para darle solución. Con los hij@s a partir de los 3 años es una actividad muy enriquecedora, porque como adultos muchas veces nos quedamos atascados, y vivir la frescura de los hij@s nos ayuda a descubrir nuestras propias emociones.
El antídoto contra el estrés es conocerte bien, dosificar el tiempo de trabajo, familia, amigos, deporte o relajación, alimentación saludable y sueño restaurador.

Si quieres conocerte mejor, permítenos conocer tu situación.
Fuente: Koh, P.K., Chan, L.L. y Tan, E. (2020)
Messaging Fatigue and Desensitisation to Information During Pandemic,
Archives of Medical Research, 51(716-717) https://doi.org/10.1016/j.arcmed.2020.06.014
Psicóloga Sanitaria y Educativa
Especialista en psicoterapia (EFPA)
Nº Col. M-17272