La evidencia actual muestra claramente que la obesidad se ha convertido en unas de las epidemias del siglo XXI. La prevalencia tanto en adultos como en niños y adolescentes casi se ha triplicado y según la Organización Mundial de la Salud las muertes causadas por sobrepeso y obesidad son dramáticamente elevadas. La comorbilidad asociada al exceso de peso, física, psicológica y social, supone un riesgo individual tan difícil de manejar, que se sabe que su abordaje implica la presencia de diversos profesionales sanitarios que puedan enfocar la problemática adecuadamente dentro de un equipo multidisciplinar.
En este sentido el papel del psicólogo clínico o sanitario es fundamental para que el tratamiento sea eficiente y se establezca una adecuada alianza terapéutica. Será clave centrar la atención en los aspectos psicológicos que están implicados en el inicio y mantenimiento del sobrepeso u obesidad para favorecer el establecimiento de un estilo de vida saludable. Además, el uso de intervenciones psicológicas como la terapia cognitiva-conductual o las estrategias sistémicas combinadas con la mejora de la alimentación y la actividad física han demostrado mayor eficacia, sobre todo en su potencial de mantenimiento a largo plazo de los comportamientos que ayuden a mantener ese estilo de vida saludable, incorporando modificaciones en la forma de relacionarse con la comida y reduciendo la posible comorbilidad psicológica presente.
Hay múltiples aspectos en los que el psicólogo debe centrarse cuando una persona con exceso de peso: problemas de relación con la comida o estilo de vida no saludable; la persona quiere y necesita modificar hábitos, comportamiento y actitudes. Algunos ejemplos serían:
- Orientar, promover conductas saludables y prevenir conductas de riesgo relacionados con la salud: relaciones disfuncionales a nivel interpersonal, estrés, ansiedad, inestabilidad emocional, alteraciones de pensamiento…
- Enseñar a manejar las emociones negativas disfuncionales está considerado una prioridad terapéutica (trabajando intensamente la regulación emocional para disminuir el comer emocional, por ejemplo)
- Fortalecer el compromiso y motivación para el cambio de estilo de vida del paciente
- Identificar y mejorar la relación del paciente con la alimentación
- Instaurar una serie de competencias psicológicas: habilidades sociales, recursos de afrontamiento…
- Reducir comportamientos sedentarios proporcionando diferentes estrategias
- Promover la búsqueda de recursos y habilidades teniendo en cuenta indicadores de crisis y cronicidad
- Proporcionar apoyo psicológico y psicoeducación en diferentes variables: gestión del comer emocional, la imagen corporal, preocupación por dieta y peso, el estado de animo y el estrés, la ingesta compulsiva, el autocuidado y la autoestima.
Priorizar en la intervención la redefinición de aspectos como: la toma de conciencia del nivel general de malestar psicológico y trabajar las habilidades de autocontrol para disminuir la impulsividad. A veces los altos niveles de autocrítica y exigencia para alcanzar ciertos niveles de rendimiento, el autosacrificio y el evitar defraudar expectativas pueden afectar a la adherencia al tratamiento y a los resultados del mismo.
- Reducir la anhedonia como otro objetivo central de la intervención, pudiendo así implicarse en el trabajo de la carencia de intereses externos o deterioro de conductas pasadas saludables.
Por lo tanto, una persona con problemas de relación con la comida, los cuales hayan derivado en exceso de peso, comer emocional, alteraciones de comportamiento alimentario como atracones o vómitos, dietas restrictivas o magnificación de la comida en deterioro de otras prioridades, debe trabajar con un psicólogo cualificado que le orientase en el tipo de tratamiento a seguir.
La evaluación, la orientación y el tratamiento de la obesidad debe ser extremadamente individualizado y estar compuesto por un equipo multidisciplinar en el que estén incluidos dentro de una unidad de obesidad un cirujano experto en cirugía de la obesidad y cirugía metabólica, un psicólogo clínico o sanitario, una nutricionista y un preparador físico entre otros. Esta combinación de profesionales y abordajes permite realizar una labor mas profunda, en lugar de quedarnos en la superficie del problema, para que los pacientes consigan mejorar su calidad de vida y puedan mantener los cambios conseguidos. La salud mental y física están interrelacionadas y para los pacientes tener la seguridad de que un equipo de profesionales especializados trabaja con la evidencia científica y funcionan en equipo, 120 aumenta la probabilidad de éxito del tratamiento.
Fairburn,C.G., «la superación de los atracones de comida, con recuperar el control». Paidós (2017)
Prevención de las alteraciones alimentarias, fundamentos teóricos y recursos prácticos. Pirámide (2010) autores: Gemma López-Guimera y David Sánchez-Carracedo
Psicólogo sanitario
Nº Col: G-4087
Master en Investigación en Psicología Clínica y Psicobiología en la USC;
Master en Nutrición y Alimentación por la Universitat de Barcelona;
Master en Intervención y Cuidado Familiar, por la Universidad de A Coruña, realizado en la Unidad de Investigación en Intervención y Cuidado Familiar «UIICF»;
Especialización en Tratamiento Psicológico de la Obesidad y Trastornos del Comportamiento Alimentario (UNED)
Postgrado Experto en Intervención Familiar (Universidad de la Coruña-Unidad de Investigación en Intervención y Cuidado Familiar «UIICF»
Nivel Básico y Avanzado de Terapeuta Familiar (acreditado por la Federación Española de Asociaciones de Terapia Familiar, Asociación Española de Investigación y Desarrollo de la Terapia Familiar y la FEAP).
Integrante como psicólogo sanitario en el equipo multidisciplinar Santos-Prieto de cirugía bariàtrica. Evaluación psicológica de pacientes candidatos a cirugía bariátrica y seguimiento psicológico post-cirugia.